lunes, 22 de diciembre de 2014

No seré más...

NO SERÉ MÁS



Una cadena cerrada,
 con llave olvidada,
 oxidada,
 y entregada en mano para su fundición…

Una cerilla mojada,
perdida en la oscuridad,
reclamando oxígeno,
 esperando ser encendida...

Un libro viejo,
carcomido y roído,
con portada desgastada,
 en blanco,
 esperando su reciclaje…

Un pescador errante,
hambriento,
 con anzuelo de hielo,
 al lado de un oasis…

Un niño inocente,
 emocionado e ilusionado,
armado con piedras,
 intentando derribar a los aviones que vuelan sobre su cabeza…

Una mirada estática,
detenida en el tiempo,
recordando viejos momentos...

Testigo oculto tras las lágrimas de tus ojos,
que mojan sin piedad los cimientos endebles de las mentiras que en verdad siempre creí…

Cautivo de tus labios,
 que lenta e irremediablemente me hacía volver sin mirar atrás…

Fiel seguidor,
 de una veleta sin aspa que me guiaba con seguro convencimiento…

Preso del tacto de tus manos,
 que envolvían mi corazón como una almohada mullida de alambre y espinas…

Atrapado en tu cabello,
 que saturaba mi atrofiado olfato,
 haciéndome ir tras extrañas huellas que solo te rodeaban una y otra vez…

No, no lo seré...

No seré más
Nunca más

martes, 16 de diciembre de 2014

¿Me haces un favor?


¿ME HACES UN FAVOR?


—Perdona, ¿me haces un favor?

Aquella pregunta le chirrió tremendamente en sus oídos.  No era reacio a hacer favores a los demás, siempre lo hacía de buena gana dispuesto a ayudar, pero esa pregunta siempre conllevaba un compromiso. La respuesta afirmativa a esa petición encubierta establecería una especie de contrato que le obligaría a cumplir o a realizar algo que aún no sabía exactamente, y eso lo envolvía en una atmósfera de inseguridad.

Decir que no,  marcaría a partir de ese momento notablemente el tipo de relación con esa persona pues, en ese caso, la confianza y por lo tanto la seguridad de poder contar con él en caso de necesidad en un futuro se vería bastante mermada.

Siempre tenía en cuenta de quién provenía ese tipo de preguntas. Odiaba profundamente a aquellas personas que simplemente se aprovechaban de la buena voluntad de los demás para llevar a cabo sus pequeños tejemanejes, simples recados o que para conseguir cualquier cosa que podrían tener por sí mismo sin problemas, por pura ociosidad, se servían del esfuerzo de los demás. Por otro lado, le gratificaba ayudar sin reparos a aquellos que sabía a ciencia cierta que de verdad lo merecían y que por motivos obvios necesitaban de verdad su ayuda.

Aquella que pedía el favor era de sobra conocida. Era del tipo de persona que no le agradaba demasiado en el tan importante aspecto como es el de hacer algo por los demás. Concretamente era, de todos sus conocidos, el que le pedía con más asiduidad, llegando a ser en algunos momentos una verdadera y constante molestia. Siempre recurría a él, por lo que sospechaba cierto abuso de su eterna disponibilidad.

La respuesta tardó en llegar. Durante tres largos segundos de silencio, en su cabeza sucedieron una serie de valoraciones sobre la persona que tenía delante, presentándose un gran dilema sobre qué responder reflejándose en su rostro una clara indecisión y titubeo ante la inminente respuesta.

Siempre cedía a sus peticiones debido a su amable personalidad y solo se negaba cuando realmente no podía cumplir lo que le pedía. Así que en esta ocasión cedió una vez más demostrando así su debilidad y respondió.

—Claro, dime —dijo con expectación ante lo que podría escuchar.

Ella lo miró detenidamente, parecía disfrutar con la situación.

—¿Me alcanzas el mando de la televisión? —una maliciosa sonrisa se dibujó en su rostro.

Había jugado con él una vez más.



¿Me haces un favor?
Lo tenía a su merced

Como siempre.

lunes, 8 de diciembre de 2014

La decisión


 La decisión



— No lo hagas. Si lo haces, todo terminará y será el fin para todos nosotros.

— Debo hacerlo, tengo que hacerlo. Llevo mucho tiempo esperando este momento. Si no lo hago ahora, no tendré nunca otra oportunidad tan buena como esta.

— Lo sé, pero debes aguantar. Debes aguantar por todos nosotros. Si acabas saliéndote con la tuya, terminarás con aquello que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir entre todos. Puedes acabar con el buen ambiente que hay entre los chicos.

— Es un riesgo que tengo que asumir. Siempre miro por lo demás, siempre hago cosas por los demás. Por una vez siento que puedo hacer algo por mí mismo.

— Piénsalo detenidamente, ¿realmente merece la pena?

— Sin duda alguna. No sabes lo que se siente al hacerlo. Por un lado sabes que está mal, como si realmente hicieras algún tipo de mal a los demás que tienes a tu alrededor. Pero por otro lado, la satisfacción que consigues al hacerlo es indescriptible. Es difícil de valorar ese momento de triunfo.

— Puede que no vuelvas a ser el mismo. Todos te mirarán de forma diferente. Muchos se marcharán de tu lado y te mirarán con desprecio. No sabes hasta qué punto les puede afectar, les quitarás algo que sienten como suyo. Quizá incluso haya represalias.

— Cuento con ello. Intentaré que no se den cuenta. Seré rápido, casi no me verán.

— No lo sé... Muchos están pendientes, con el ojo vigilando. Parece que están a lo suyo, sin apenas preocupación por nada, pero me da la impresión de que están inseguros, con miedo.

— Tranquilo todo saldrá bien.

— Escúchame por favor. Recapacita, piénsalo de nuevo. No lo hagas. Te lo pido como amigo. Será un golpe muy duro.

— Lo siento, no hay marcha atrás. La decisión está tomada.

— ¿Qué piensas hacer después? Quizás ya no puedas volver.

— La verdad es que no tengo nada más que hacer aquí. Será un bonito final para esta noche. Mañana seré recordado. Mencionado en todas las conversaciones que todas estas personas tengan cuando cuenten lo ocurrido hoy. Seré yo el que lo hizo. Nadie más.

— Muy bien. Pero a mí si me preguntan, lo negaré todo. No quiero estar involucrado en esto. Si lo haces, será solo cosa tuya.

— De acuerdo. Llegado el caso, diré que trataste por todos los medios de impedírmelo.

— Eso espero. No quiero quedar mal delante de todos. Formo parte de esto tanto como los demás. Sería una mancha difícil de quitar en mi largo historial.

— Si me disculpas…

— En fin…

Apuró en ese momento la copa, miró a su alrededor buscando alguna mirada que lo pudiera descubrir antes de tiempo. Nada.

Con una rápida maniobra se acercó y cogió la última porción de pizza que quedaba de entre todos los platos ya vacíos de la mesa. Se la llevó a la boca y se la comió lentamente saboreando cada bocado.

La música paró, la gente de alrededor dejó de bailar, todo el mundo le miraba en silencio. Y mientras disfrutaba del último trozo, poniéndose el abrigo, salió por la puerta de aquel apartamento sonriendo, escuchando los abucheos de todos los que habían acudido al cumpleaños de su amigo.
La decisión
La decisión

Suya era la victoria.